La última parte de nuestro viaje fue la que implicó mas trabajo previo. Buscamos en multitud de agencias de viaje, ya que al ser un área de logística compleja (solo es posible moverse por el río) y alojamientos prácticamente copados por tour operadores, no teníamos más alternativas que ir en un viaje organizado. Aunque nuestra idea inicial era visitar Manu (en el mismo departamento de Madre de Dios) finalmente nos decantamos por Tambopata, a través de Rainforest Expeditions (http://www.perunature.com/index.htm), una de las opciones más baratas (aunque sigue siendo caro). Esta empresa ha recibido varios galardones por trabajar en cooperación con tribus indígenas.
Una vez nos bajamos del avión en Puerto Maldonado, ya no nos tuvimos que preocupar de nada más. Iban a ser cinco días de puro disfrute y deleite por la selva. Rubén, nuestro guía, es un auténtico experto sobre las aves de la zona y nos condujo por los senderos con maestría. Vimos tantas y tantas cosas que es difícil enumerarlas todas. Para empezar tuvimos que viajar en lancha durante horas para llegar tanto a Posada Amazonas como al Centro de Investigación de Tambopata. Para mi, lo mejor del viaje: Capibaras, Monos aulladores, Tiganas, cinco especies de Guacamayos, otras tantas especies de Amazonas (Loros), Caimanes...





Una vez en tierra no perdíamos un momento para recorrer los senderos. Solo parábamos para comer (bastante) y dormir (no demasiado). Incluso hicimos un par de salidas nocturnas: cientos de insectos, ranas, salamandras... Siendo la zona más biodiversa del planeta, no podíamos permitirnos perder un solo instante. Rubén nos permitía todos los caprichos y se desvivió por que viéramos lo más posible. Nuestra última parte del viaje no hubiera sido lo mismo sin él.

En uno de los mayores espectáculos de la naturaleza, la colpa de Guacamayos, pudimos ver como una ingente cantidad de estas aves, junto con otras especies de psitácidas, bajaban a engullir el barro con propiedades quelantes, que les permite digerir plantas con altas concentraciones de tóxicos. En medio del alboroto, una Tayra, una enorme especie de mustélido, un consumado escalador que busca a su próxima presa.



Sacamos cientos y cientos de fotos, de las que hay una pequeñísima muestra aquí, pero hubo mucho más. Las cuatro noches se pasan en un suspiro, y antes de darnos cuenta ya estamos en un avión rumbo a Lima. El sueño se acabó, pero quedan los recuerdos. Compartimos nuestra experiencia con nuestros amigos en Lima: Anita, Martín y Eric nos reciben y pasamos una última noche en Lima. Trasnochamos, como no, intentando exprimir las últimas horas y minutos en Perú. Un país para volver... y quedarse.
Ana, Juanjo, sois los mejores compañeros de viaje que uno pueda tener. Solo espero haber estado a la altura ¡Ya podéis ir pensando en el próximo!
3 comentarios:
Que curioso, son las 7:30 de un lunes por la mañana, una sonrisa nostálgica se dibuja en mi cara y una sensación un tanto peculiar recorre mi cuerpo al recordar todo lo vivido en ese maravilloso viaje. Gracias Yeray.Gracias Ana.
El bicho ese es un amblipigido.
Aquí con la rutina diaria, los mismos comentarios, los mismos horarios, crisis+crisis+crisis y tú recreando tu vista, tu ánimo, y fortaleciendo amistades.
¡por favor! llega hasta Peru X, no te quedes en el IV.
Yeray, muchos besos
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