domingo, 16 de mayo de 2010

Buenavista


Estuvo bien volver a Buenavista. Después de tres años trabajando en Belice y Guatemala, regresar a los mismos sitios una y otra vez se ha convertido en una pequeña rutina. Se hace especialmente monótono cuando el acceso al lugar consiste en carreteras terribles, donde a cada metro parece que el coche va a deshacerse. Eso si hay suerte. Si ha llovido, muchas de estas "carreteras" se inundan de barro y son directamente imposibles o  se convierten en una insufrible tortura. Algo así es la carretera a Buenavista. Dos horas por una carretera pedregosa, interminable, para continuar después por una pista forestal en la selva por algo más de una hora. La pista es una secuencia de rodales, huecos, árboles caídos y barro. En total algo más de tres horas, que la verdad que pasan como un respiro si las comparo con las casi 7 horas que son necesarias para llegar durante la estación lluviosa, cuando hay que ir en coche y en caballo.

Afortunadamente aun estamos en la estación seca, algo que se torna evidente cuando vislumbramos la laguna de Yalá, al pie del peñón de Buenavista. La laguna casi no tiene agua, lo cual le confiere una belleza especial al paraje. Me acomodo en lo más alto del peñón, en un pequeño saliente desde el cual tengo una buena vista del lugar, y espero a que aparezcan los halcones. La escasez de agua en esta estación me hace pensar en la posibilidad de algún jaguar o algún tapir que acuda a beber. Espero en vano, pero me entretengo con la concentración de cocodrilos en la parte más profunda de la laguna, mientras que en la menos profunda se agrupan un considerable número de garzas, incluyendo dos garzas agami, bastante escasas, tímidas y difíciles de observar. También algunas rapaces se dejaron ver, un Águila Pescadora planeaba sobre la laguna y un Halcón Reidor se dejaba sentir con su característico canto.


La voz de un Halcón Pechinaranja hace que levante mi vista al horizonte y veo un macho adulto atacando a un Águila Blanquinegra, ayudado por dos elanios plomizos. Realmente parecen enemigos naturales. Allá donde se encuentran, se abalanzan el uno contra el otro en acrobacias aéreas imposibles. Los pierdo de vista pero al poco tiempo el halcón vuelve con una presa, un Cuco-ardilla Común que empieza a desplumar en un árbol, sobre la laguna de Yalá.


Después de pasar el día en Buenavista, tomando notas sobre los halcones y el resto de avifauna, tomamos el camino de regreso a Flores. De nuevo algo más de tres horas de carreteras infernales para volver. Aun así, estuvo bien volver a Buenavista.