miércoles, 7 de enero de 2009

Peru I - Tesoros en el Desierto

Lomas de Lachay, Vergel en el Desierto

El viaje a Perú fue largamente pensado, pero no planificado con demasiado tiempo. Apenas un mes antes de ir, Ana, Juanjo y yo decidimos que nos embarcaríamos en un ambicioso viaje cubriendo la ciudad, el desierto, la costa, la montaña y la selva de Perú. Sin embargo nos salió redondo, y como no iba a salir bien con la buena gente que nos ayudó y nos acogió desde el principio, la que conocimos después y teniendo un gigantesco y diverso país por explorar. De hecho, los 19 días que empleamos para el viaje se nos hicieron cortos, cortísimos. Hubiéramos necesitado al menos dos semanas más para disfrutar a conciencia de la pequeña región que visitamos, pero nos llevamos un buen recuerdo y unas ganas enormes de volver.

Y es que, poquita gente tendrá la oportunidad de contar con un guía como Eric. Estaba entregado a cubrir nuestras más altas expectativas. Nos recogió en el aeropuerto, incluyendo a Juanjo, que llegó a las seis de la mañana del día 1 de Octubre, el muy desconsiderado. Poco después de comprar comida para desayunar y realizar unos transacciones monetarias, ya estábamos viendo pájaros en los Pantanos de Villa. Una zona húmeda muy interesante en la misma circunscripción de la ciudad de Lima. Después de un paseo por la playa disfrutamos de un paseo por el casco antiguo de la ciudad, comimos un excelente cebiche y empleamos el resto de la tarde en pasear y hacer compras para nuestro viaje.

Pelicanos peruanos (Pelecanus thagus) desde la misma ciudad de Lima

La ciudad de Lima es tremenda, en todos los sentidos que podamos atribuir a esta palabra. Es tremendamente grande, tremendamente bulliciosa, poblada (más de ocho millones de habitantes), pobre, anárquica, rica en sensaciones y matices. Amantes del deporte de riesgo, olvídense del puenting, rafting, rapeling... Tomen un taxi en Lima y den una vuelta por la ciudad. Es barato pero igual de intenso que deslizarse por una pared vertical en una fina cuerda a 200 metros de altura. O más.

Al día siguiente Eric decidió que teníamos que ver las Lomas de Lachay. Un ecosistema único, el de las lomas, que se nutre de la humedad condensada que proviene del pacífico. Esta humedad la recogen unas laderas de no demasiada elevación y suave pendiente y es transformada en una vegetación de carácter puramente estacional y la cual tuvimos la suerte de disfrutar ya que llegamos en el momento de floración y máxima exuberancia de este singular paisaje. Como siempre, las fotos no hacen justicia, porque el lugar es una auténtica tierra de hadas. Por la noche buena cena con Anticucho (corazón de ternera) y Pisco (Aguardiente de vino), y lo más importante, nuevo reencuentro con Anita, que junto con Eric fueron los mejores anfitriones que podíamos tener.

Juvenil de Aguililla Variable (Buteo polyosoma)

Junto con ellos y con sus alumnos del Diplomado de Gestión de Biodiversidad de la Universidad de Lima, visitamos también el parque nacional de Paracas, una reserva costera y marítima, la única de Perú, que alberga a una ingente cantidad de fauna, en especial aves y lobos marinos. Esta diversidad de especies es posible gracias a la Corriente de Humboldt, una corriente de aguas frías que proviene del Océano Antártico que arrastra una enorme cantidad de plancton y que sostiene a una impresionante cadena trófica. Destacan los Piqueros Peruanos (Sula variegata), Cormoranes Guanay (Leucocarbo bouganvillii) y el cada vez más escaso Pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti).

Lobo Marino de dos pelos (Otaria byronia)

La visita en lancha a las Islas Ballestas constituyó uno de esos momentos en los que uno siente que está viviendo algo muy especial. Hay algo en las enormes colonias de aves marinas que te envuelve y te hace retroceder a tiempos pretéritos, cuando probablemente la misma costa estaba habitada por seres prehistóricos que luchaban en la guerra por la perpetuación, al igual que lo hacen ahora los piqueros, pingüinos y pelícanos… Los sonidos guturales de los lobos marinos, el movimiento envolvente de bandos de cormoranes sobrevolando el bote, los piqueros golpeando en picado la superficie del océano a pocos metros ¡el olor y hasta el tacto del guano (el bote fue bombardeado en unas cuantas ocasiones)! Un mar de sensaciones que te sobrecogen de manera parecida, da igual que sea en las Islas Orkney en Escocia, en Puerto Deseado en Argentina o aquí en Paracas. Algún día Galápagos...

Piquero Peruano (Sula variegata)

Después de estos pocos pero muy intensos días nos despedimos de Anita y Eric hasta que regresemos a Lima al final de nuestro viaje. Para entonces habremos vuelto con tantas imágenes en nuestra retina y emociones en nuestras mochilas... pero el desierto aguarda. Dentro de unas diez horas, al amanecer, después de atravesar más de seiscientos kilómetros de arena y guijarros, estaremos llegando a Arequipa, la Ciudad Blanca. Nos esperan la montaña y el legítimo regente de los picos de Los Andes con su vuelo cicleante.

Rayadores Americanos (Rynchops niger)

Cernícalo Yanki (Falco sparverius)