viernes, 17 de septiembre de 2010

El viaje del Alimoche


Una nueva iniciativa de WWF, va a permitir seguir los movimientos de cuatro individuos de Alimoche (Neophron percnopterus) durante su periplo hasta tierras africanas. Los alimoches, equipados con unos transmisores gps, tendrán que cruzar barreras geográficas importantes, como el Estrecho de Gibraltar o el Desierto del Sáhara. 

Mediante esta página web, podremos realizar un seguimiento preciso de sus pautas migratorias. La migración es un fenómeno fascinante de por si, pero poder seguir a una especie cada vez más escasa y amenazada como la del Alimoche lo es aún más. Daros una vueltita por esta página, merece la pena.

martes, 31 de agosto de 2010

Video sobre el Halcón Pechinaranja


Si, ha vuelto a suceder. Y me temo que no será la última. Han pasado ya no se cuantas semanas desde que dejé algo escrito en el blog. Sirva de atenuante que los últimos dos meses han sido muy atareados con las liberaciones de los halcones, y luego he viajado alguito. Acabo de volver de unos días acampando en Yellowstone, Wyoming... y efectivamente, como sospechábais, hace mucho más frío que en Belice. Ha granizado, ha nevado... ¡y estamos en agosto!

Mientras pienso en la próxima entrada, echadle un vistazo al video que hemos preparado para The Peregrine Fund, con el Halcón Pechinaranja como protagonista. Por favor, compartid por correo, facebook, etc... Cuanta más gente lo vea y lo comparta, mejor.




viernes, 18 de junio de 2010

Esperanza es la cosa con plumas



Hope is the thing with feathers - Así comienza un poema de Emily Dickinson, del cual Christopher Cokinos tomó el título para su libro. Un libro sobre la extinción de seis especies de aves en tiempos recientes (en concreto desde 1800 hasta mediados del siglo pasado): El Periquito de Carolina, el Picamaderos Picomarfil, El Gallo de las Praderas, la Paloma Migratoria, el Pato del Labrador y el Alca Gigante.

El libro trata en profundidad la historia de estas seis especies, de su declive y de sus últimos días. De como la ambición, la codicia, la ignorancia o la más absoluta estupidez humanas, acabaron con la belleza, la absoluta unicidad que cientos de miles de años de evolución se encargaron de moldear, en apenas décadas. Pero también narra la lucha de algunos individuos por preservar estas especies, de su convicción y su coraje en unos tiempos donde la conservación ni siquiera era un concepto.

Es un libro denso, lleno de detalles, con una documentación histórica apabullante, y una delicadeza en la escritura poco habitual. El autor ha realizado una labor detectivesca, visitando todos los lugares donde habitaban estas aves, y entrevistando en ocasiones a familiares de las personas que tuvieron alguna relación con ellas. En  ocasiones la cantidad de fechas, citas y referencias marean ligeramente, pero añaden un rigor necesario a la obra, que juega a partes iguales a ser ciencia, ensayo y narrativa.

Todas las historias añaden elementos clave y enriquecen el entendimiento sobre los procesos de extinción, sus causas y sus consecuencias. Sin embargo tal vez la más impactante, quizá por mejor documentada, es la historia de la Paloma Migratoria. Probablemente el ave más abundante del mundo en su tiempo, con una población de miles de millones de individuos, entró en declive y desapareció por completo en estado salvaje en poco menos de 50 años, debido principalmente a la caza indiscriminada y a la pérdida de su hábitat.

Ilustración por Louis Agassiz Fuertes de la Paloma Migratoria

Junto al frío relato de los hechos, Cokinos añade algunos apuntes valiosos que embullen al lector en las circunstancias históricas de cada tragedia: recetas de cocina de pastel de Paloma Migratoria, fragmentos del diario de abordo del capitán de un barco que se abastece de miles de araos gigantes en las islas de Quebec, notas de estilo de las damas de Nueva York que adornaban sombreros con los cuerpos de los periquitos de Carolina o fotografías de los últimos picamaderos en su hábitat.

En uno de los capítulos Cokinos plantea las posibilidades que la ciencia pueda traer en un futuro. ¿Seremos capaces de clonar, crear, resucitar estas especies mediante la tecnología? Abre un debate sobre las implicaciones éticas que esto supone. ¿Qué sentido tendría recuperar estas especies del más oscuro de los abismos, cuando no somos capaces de mantener con vida muchas de las especies que existen aun hoy, y que desaparecerán en breve, únicamente debido a nuestras acciones colectivas?

A pesar de ser francamente deprimente en ocasiones, el propósito y el mensaje del libro son claros. Las historias que contiene son una advertencia, un severo toque de atención sobre el efecto que nuestra presencia en la tierra tiene en el resto de la comunidad biótica. Desvelando uno de los últimos pasajes del libro: "La profunda tristeza en la pérdida es nuestra mejor primera respuesta - Pero no debería ser nuestra única respuesta"

En definitiva, un trabajo hercúleo de más de diez años que ha producido un libro gigante, no en tamaño, sino en calidad y contenido. Este es un libro que necesitaba ser escrito. Christopher Cokinos tomó el desafío y lo ha resuelto de manera magistral.

Que yo sepa no hay traducción al castellano, pero para aquellos que dominen el inglés es una lectura obligada. No solo para los amantes de las aves, sino para aquellos con ansias de conocer una parte fundamental de la historia de la humanidad y de su relación con el mundo que la sustenta.

 Ilustración de una pareja de alcas gigantes por John Gerrard Keulemans

sábado, 12 de junio de 2010

Anillando al Halcón Pechinaranja en Belice

La cascada más alta de Centroamérica - Thousand Foot Falls, Belice

English version here

Todavía no entiendo como algunos de los lugares que visitamos repetidamente en Belice, no son más populares y mejor conocidos para el turista medio. En este planeta globalizado, invadido por las comunicaciones y las redes sociales, recibimos en nuestras pantallas las exactas mismas imágenes tomadas por millones de personas diferentes – la misma fotografía, el mismo paisaje, el mismo guiño visual, una y otra vez. Parece que tendemos a repetir esa imagen mental, estereotípica, que por alguna razón ha cautivado  nuestra imaginación colectiva. Thousand Foot Falls o King Vulture Falls, podrían encajar fácilmente en esta categoría de imágenes simbólicas, como ejemplo tangible de lo salvaje y del paraíso prístino.

Estos son, con seguridad, dos de los mejores lugares en todo el mundo para ver halcones pechinaranjas, puede que casualmente, o puede que no. Muchos fanáticos de las aves vienen a las montañas de Belice solo para ver a estos halcones, pero al hacerlo, se sitúan en medio de un escenario único y majestuoso, que hace su experiencia con los halcones algo mucho más valioso que el simple hecho de tachar una nueva especie en su lista.

Hoy, estamos en King Vulture Falls para anillar a los pollos de la pareja de halcones que anidan aquí. Anillar a estos halcones nos proporcionará información relevante sobre su historia natural, la dispersión de los juveniles, la dispersión o el tamaño poblacional, entre otras cosas.

Hembra de Halcón Pechinaranja con sus pollos

Mi compañero, y a pesar de ello amigo, Ángel, es el escalador experto de nuestra expedición. Él acarrea con la mayor responsabilidad en esta tarea. Marta y yo trataremos de asistirle en todo lo posible para que pueda llegar al nido, anillar a los pollos y volver a lo alto de la pared de forma segura. Además de las precauciones habituales para descender al nido, situado a unos 40 metros de lo alto de una inmensa pared de granito, debemos estar atentos y preparados para las abejas. Las abejas africanizadas se han expandido por toda la región en las últimas décadas. En ocasiones construyen sus colmenas en los mismos cortados que los halcones, lo cual añade un considerable riesgo al descender al nido de los halcones. Estas abejas son tremendamente agresivas cerca de su colmena, y atacarán a cualquier intruso que se acerque demasiado. Ángel fue atacado por estas abejas hace algunos años, y probablemente sobrevivió únicamente gracias a su experiencia en escalada, respondiendo rápidamente al ataque, rapelando hasta el pie de la pared, cortando la cuerda, saltando algunos metros que le restaban hasta el suelo y finalmente corriendo hasta un río cercano. Las abejas no tuvieron misericordia y le picaron más de 100 veces, especialmente en la cara y las manos, y necesitó de atención médica.

Con todo esto en mente, Ángel y Marta preparan el equipo de escalada en lo alto de la pared, mientras yo camino hasta lo alto de la cascada de King Vulture, acompañado por Flavien, manager de Hidden Valley Inn, los cuales nos han ayudado en el estudio de estos halcones en Belice, por más de 6 años ya. Desde mi posición, al otro lado de la pared, puedo ver el nido perfectamente con un telescopio. Mi trabajo consiste en indicarle por radio a Ángel su posición para guiarle mientras desciende.

“Voy a empezar a bajar” me dice por la radio. Puedo verle con los prismáticos, peleándose con las ramas alrededor suyo para no quedarse enganchado en esos primeros metros de descenso. Entonces, la pared se vuelve más empinada y comienza a descender más rápidamente.

Ángel descendiendo a uno de los nidos

Cuando se acerca al nido, tiene que abordar un saliente en la roca, de tal manera que tiene que tirar de si mismo hacía la pared para poder poner un pie en la repisa donde los halcones tienen el nido. Puedo ver que no está cómodo, pero consigue ponerse de pie sobre la repisa. La hembra adulta no está contenta. No pasa ni un segundo antes de que empiece a atacar a Ángel desde las alturas, golpeándole con fuerza, tratando de intimidar a lo que seguramente ella piensa, un depredador yendo a por sus pollos. Es un momento estresante, tanto para nosotros como para los halcones. Queremos que todo se acabe lo antes posible, para que los halcones no sufran mucho, pero al mismo tiempo Ángel necesita tomarse su tiempo de tal manera que todo el trabajo se haga bien y no se cometan errores en el proceso. Apenas puede sentarse en la repisa, está en cuclillas, exponiendo la mayor parte de su lado derecho a la hembra, que ahora le golpea constantemente con sus garras. En una ocasión agarra la parte superior del traje anti-abejas, casi llevándoselo consigo. Al tiempo que intenta evitar ser golpeado por la hembra, Ángel consigue sujetar a los pollos, para que estén seguros y no caigan por el borde. Cuando los anilla, me pasa los códigos por la radio para que los vaya apuntando, y ya casi hemos acabado.

 "¿Quien es este tio feo con cámara?"

Después de poner a los pollos de vuelta en el nido, Ángel comienza su ascenso lentamente (ya está algo mayor). Después de haberse distanciado algo del nido, la hembra le deja tranquilo. Recojo los bártulos y comienza a ascender la cascada para encontrarle en lo alto de la pared y celebrar que hemos anillado dos halcones más, los cuales esperamos que tengan una próspera, larga vida, en los bosques de Belice.

domingo, 16 de mayo de 2010

Buenavista


Estuvo bien volver a Buenavista. Después de tres años trabajando en Belice y Guatemala, regresar a los mismos sitios una y otra vez se ha convertido en una pequeña rutina. Se hace especialmente monótono cuando el acceso al lugar consiste en carreteras terribles, donde a cada metro parece que el coche va a deshacerse. Eso si hay suerte. Si ha llovido, muchas de estas "carreteras" se inundan de barro y son directamente imposibles o  se convierten en una insufrible tortura. Algo así es la carretera a Buenavista. Dos horas por una carretera pedregosa, interminable, para continuar después por una pista forestal en la selva por algo más de una hora. La pista es una secuencia de rodales, huecos, árboles caídos y barro. En total algo más de tres horas, que la verdad que pasan como un respiro si las comparo con las casi 7 horas que son necesarias para llegar durante la estación lluviosa, cuando hay que ir en coche y en caballo.

Afortunadamente aun estamos en la estación seca, algo que se torna evidente cuando vislumbramos la laguna de Yalá, al pie del peñón de Buenavista. La laguna casi no tiene agua, lo cual le confiere una belleza especial al paraje. Me acomodo en lo más alto del peñón, en un pequeño saliente desde el cual tengo una buena vista del lugar, y espero a que aparezcan los halcones. La escasez de agua en esta estación me hace pensar en la posibilidad de algún jaguar o algún tapir que acuda a beber. Espero en vano, pero me entretengo con la concentración de cocodrilos en la parte más profunda de la laguna, mientras que en la menos profunda se agrupan un considerable número de garzas, incluyendo dos garzas agami, bastante escasas, tímidas y difíciles de observar. También algunas rapaces se dejaron ver, un Águila Pescadora planeaba sobre la laguna y un Halcón Reidor se dejaba sentir con su característico canto.


La voz de un Halcón Pechinaranja hace que levante mi vista al horizonte y veo un macho adulto atacando a un Águila Blanquinegra, ayudado por dos elanios plomizos. Realmente parecen enemigos naturales. Allá donde se encuentran, se abalanzan el uno contra el otro en acrobacias aéreas imposibles. Los pierdo de vista pero al poco tiempo el halcón vuelve con una presa, un Cuco-ardilla Común que empieza a desplumar en un árbol, sobre la laguna de Yalá.


Después de pasar el día en Buenavista, tomando notas sobre los halcones y el resto de avifauna, tomamos el camino de regreso a Flores. De nuevo algo más de tres horas de carreteras infernales para volver. Aun así, estuvo bien volver a Buenavista.

domingo, 4 de abril de 2010

¡Al Rescate!

 Piquero Patiazul (Sula nebouxii) en el Islote de los Piqueros


Después de dos noches en Mogo Mogo tomamos el bote hacía un pequeño islote cerca de Isla Contadora. Se trata de una minúscula roca, cuya playa desaparece en cuanto sube la marea. Me sorprendí bastante cuando vi que en sus salientes anidaban piqueros pardos y piqueros patiazules, que hacían continuas pasadas cerca de nuestro campamento.


Desde la playa vi un Piquero Pardo cerca de la orilla. Tenía un aspecto extraño. Mantenía una postura anómala y parecía flotar a la deriva. Minutos después llegaba a unas rocas en la orilla. Cojeaba ostensiblemente y pensé que tal vez tendría un trozo de sedal enredado en la pata, así que agarré la toalla y pedí a Ángel y Annaic que me ayudaran a capturarlo.
Annaic se acercó nadando para evitar que escapara y yo me acerqué por las rocas. La marea estaba subiendo y las olas golpeaban las rocas con fuerza. El piquero nada más verme se arrimaba cada vez más al borde, y yo me acercaba con cuidado por la resbaladiza superficie (casi me caigo de morros). Era evidente que el piquero no podía volar y que no tenía ninguna gana de volver al mar. En un patético intento le eché la toalla encima, pero se escurrió y se tiró al agua. Afortunadamente, Annaic y Ángel le acorralaron y finalmente pude capturarlo cuando intentó escapar hacía la orilla.

Al final lo capturamos entero

Era peor de lo que yo pensaba. Tenía una herida severa en la pata y rasgada la membrana interdigital. Después de haber trabajado durante un tiempo en un centro de recuperación de aves marinas, uno sabe lo difíciles que son de sacar adelante estos animales. Se necesitan instalaciones totalmente especializadas y cuidados continuos para evitar que se deshidraten y para mantenerlos con buena condición corporal. No hay nada de eso en Panamá y el centro de recuperación de aves marinas más cercano que yo conozco se encuentra a más de 5.000 Km de distancia. Metí al piquero en la tienda de campaña mientras pensaba que era lo mejor que podíamos hacer, teniendo en cuenta nuestros limitados recursos.

El centro de recuperación de fauna salvaje, es decir, la idea de recoger un animal herido, curarlo y devolverlo a su estado natural, es un invento reciente. Es un signo del cambio de mentalidad en las últimas décadas, que ha sido posible cuando un gran número de ciudadanos e instituciones han exigido la presencia de este servicio en su comunidad. En España existen, con mayor o menor fortuna, alrededor de 50 centros de recuperación, estando presentes en todas las provincias excepto Melilla.

A pesar de todo, muchas personas desconocen su existencia o ignoran su verdadero cometido (cuantas veces tuve que decir que no recogíamos perros abandonados, y que no vendíamos tortuguitas). Son incluso vilipendiados por las más brillantes mentes del mundo de la conservación, alegando que se invierte una inmensa cantidad de recursos en recuperar unos pocos individuos. Recursos, que imagino, pensarán mejor invertidos en sus sesudas investigaciones. Resulta divertido cuando estas eminencias investigadoras acuden a los mismos centros de recuperación para solicitar valiosas muestras biológicas, núcleo fundamental de muchos de sus importantísimos artículos científicos, aquellos que esperan les encumbren al olimpo de los más inteligentes, los más ocurrentes y los más listos.

Y es que lo que los críticos no dicen es que los centros de recuperación dan para mucho más. Son cuna de muchas investigaciones relacionadas con la fauna salvaje, son el centro recipiente de una increíble cantidad de información sobre sus principales amenazas y son también un elemento valiosísimo en la educación ambiental y la sensibilización social.

Poco pude hacer por el piquero. Después de valorar las heridas, no se me ocurrió más que cortar unos trozos de pescado fresco (parte de nuestra cena esa noche) y alimentarlo. Darle tal vez un día, o unas horas más para recuperar fuerzas, y tal vez algo de movilidad en esa pata. Dejamos al piquero en unas rocas para que estuviera tranquilo. Allí permaneció unas horas hasta que emprendió el vuelo, ayudado por el viento que venía del norte.
 
 Piquero Pardo en vuelo - Este si está sano del todo

Es muy probable que no sirviera de nada, pero me gustaría pensar que Nicolás, de cinco años, que vio como tres adultos (tal vez no muy normales, pero adultos al fin y al cabo) se esforzaron en devolver ese piquero al cielo, piense ahora que esa criatura emplumada sea digna de ser salvada.

Puede que eso cuente después de todo.

 Algunas rapaces se dejaron ver en las Perlas, como esta Aguililla Aura (Buteo albonotatus)

lunes, 8 de marzo de 2010

La Edad de la Estupidez

No recuerdo quien me dijo una vez que vivíamos en la era de los envases. Si echamos un vistazo dentro de la nevera, así parece ser, aunque creo que sería más acertado decir que, al igual que tuvimos la Edad de Piedra, la Edad de Bronce y La Edad de Hierro, ahora vivimos en la Edad del Petróleo.

El petróleo es, nadie lo duda, la moneda de cambio hoy en día. Es el recurso por el cual todos luchan, por el cual se originan los conflictos y se planifican las guerras. Es el aceite que engrasa la maquinaria del Mercado y es el Mercado al mismo tiempo. Ha transformado nuestras vidas, desde el acto cotidiano más simple hasta los grandes vuelos intercontinentales. Está en nuestro plato, en nuestras casas y en nuestros trabajos. Ha traído comodidades jamás imaginadas al tiempo que nos ha hecho esclavos de su pegajosa y oscura esencia.

 En el documental "The Age of Stupid" (el cual recomiendo) van más lejos. Proclaman los autores que estamos en plena Edad de la Estupidez. Si muchas de las predicciones realizadas por la ciencia son ciertas, nos aproximamos a una crisis ambiental a nivel planetario cuyas consecuencias son incalculables. El origen: nuestra dependencia absoluta y total al oro negro. La principal amenaza: convertirnos en una especie auténticamente suicida. O mejor dicho, una especie auténticamente estúpida.

La fragilidad del mecanismo que sostiene a nuestra civilización occidental (cada vez más global y menos occidental) ha quedado patente durante la crisis económica que estamos viviendo. Si nuestro castillo de naipes tiembla cuando los especuladores y usureros abusan de los entresijos del sistema, no quiero ni imaginar lo que puede pasar cuando se derrumben algunos de los más fundamentales cimientos que nos sostienen.

Aún hay tiempo para el cambio. Sesudos científicos aseguran que el cambio climático es reversible si conseguimos enderezar el rumbo antes del 2015. Sin embargo he de reconocer que cuando leo algunos comentarios sobre este y otros temas relacionados en periódicos, foros de internet y demás medios escritos, me pregunto si no sería mejor dejarlo estar y apretar de una vez por todas el botón rojo.

sábado, 27 de febrero de 2010

¡Plástico!

Una isla de plástico, que dobla la superficie de Texas (aunque algunas estimaciones dicen que es tan grande como el doble de la superficie de Estados Unidos), flota y gira en el norte del Pacífico. La cantidad de residuos plásticos que nosotros pudimos ver en Mogo Mogo, no es más que una ridícula muestra del total vertido en los mares. Paradójicamente, al ser una isla desierta, sin nadie que limpie sus playas, se convierte en un perfecto ejemplo del vertedero en el que hemos convertido los océanos.

Solo un ejemplo de la orilla en Mogo Mogo
Ciertamente el espectáculo no es bonito. Pero las consecuencias van mucho más allá de las meramente estéticas. La naturaleza de los miles de millones de residuos flotantes es diversa, y al degradarse por el efecto del agua y el sol, se originan pedazos más y más pequeños que llegan a formar parte de la cadena alimenticia. Algunas de estas sustancias son carcinogénicas o disruptores endocrinos.

Los efectos en la fauna salvaje son aún más directos y evidentes. Miles de pollos de albatros mueren cada año, al ingerir fragmentos plásticos, que llenan su estómago. Las tortugas marinas también se llevan su parte, y los peces que ponemos en nuestro plato, desde luego que también.

Cadaver de Albatros de Laysan, donde se puede apreciar el plástico que contenía su aparato digestivo - Fuente: Wikipedia

Reducir la cantidad de residuos plásticos parece bastante complejo. El reciclaje de plástico es todavía ineficiente, debido a que es difícil automatizar el proceso de selección de plásticos. Un producto de consumo, como un ordenador o un móvil puede contener decenas de diferentes tipos de plástico. Es cierto que cada vez más compañías están sumandose a la tendencia verde (por ejemplo, mi mochila Lowe pro está fabricada parcialmente con plástico reciclado de botellas), pero siguen siendo una minoria.

Otras alternativas en la producción de plástico, como la fructosa, parecen prometedoras, aunque en la actualidad seguimos consumiendo millones de toneladas de plástico con el petróleo como materia prima.

La manera más eficiente de reducir los desechos plásticos, a día de hoy, es dejar de consumirlos. Vivimos en una sociedad donde se anima y se premia el consumismo más demente. Consumo principalmente de objetos (todos, toditos, tienen algún componente de plástico), que varían desde lo más inútil hasta lo francamente estúpido. Probablemente no necesitemos el 90% de lo que consumimos. Y eso desde mi sucia y contaminada mente occidental... Lo más posible es que no necesitemos siquiera el 99%.

domingo, 21 de febrero de 2010

Sol, mar, arena...

 Amanece en Mogo Mogo - Archipiélago de las Perlas

En los últimos días he tenido la oportunidad de visitar el Archipiélago de las Perlas, ubicado en el golfo de Panamá. Solo el nombre ya es bastante sugerente. Imágenes de cocoteros, arena blanca, piratas y barriles de grog vienen al pensamiento casi inmediatamente. Ciertamente, todo esto lo podemos encontrar allí. Incluidos los piratas, tal vez reconvertidos en hábiles especuladores financieros o en mercaderes de sustancias prohibidas, sus galeones transformados en fuerabordas trimotor, sus parches y garfios metamorfoseados en rolex y cadenas de oro macizo, se pasean hoy día por las aguas turquesa de las Perlas.

Después de un viaje en lancha de hora y media desde Ciudad de Panamá, llegamos a la isla de Contadora. Todo un despropósito en cuanto a sostenibilidad y cuidado del paisaje natural se refiere. No duramos más de media hora. Nuestra intención es tomar otro bote que nos deje en alguna de las numerosas islas no habitadas, y acampar por tres días. La opción más sensata parece ser dirigirse a la isla de Mogo Mogo. No está lejos y aparentemente no hay nadie.
 Un Ostrero Pío Americano se activa con las primeras luces del día en Mogo Mogo

Lo cierto es que nuestro destino es, a todas luces, perfecto. Podría ser un lugar sacado de cualquier catálogo de viajes. Si, de estos que lo primero que hacen es meterte en un hotel para que bebas y comas hasta perder el sentido. Solo que esta vez es de verdad, y es todito para nosotros. Sin hotel, sin restaurante, sin turistas borrachos ni cochecitos de golf. Solo Sol, Mar, Arena y una no desdeñable cantidad de fauna. Los abundantes rabihorcados se suspenden en el aire sin realizar el menor esfuerzo, miles de cormoranes abandonan su dormidero para pescar y los pelícanos se lanzan contra la superficie del mar para obtener sustento, permitiendo que su tejido subcutáneo, inflado de aire, absorba la mayor parte del impacto contra el agua. Y nosotros creemos que el paraiso se ha pintado enfrente de nuestros morros.

Al poco de poner el pie en la orilla la imagen paradisíaca que teniamos ante nuestros ojos se esfuma.

viernes, 12 de febrero de 2010

Historia de LV - la Harpía que volvió


El Fondo Peregrino lleva desde el año 1988 trabajando con el Águila Harpía. Gracias a su labor, esta especie es ahora más conocida y querida en Panamá. A pesar de todo, todavía hay quien dispara a las águilas harpías.

LV, una hembra de tres años de edad, bautizada así por la anilla que porta para identificarla, fue disparada en el distrito de Darién, cerca de la frontera con Colombia. Con un ala rota, esta águila se encontraba invalida, perdida y condenada a muerte. Afortunadamente, alguien la sustrajo del inevitable destino (tal vez el mismo cazador), la recogió y se comunicó con ANAM, el organismo gubernamental de protección de las áreas naturales en Panamá. ANAM llamó al Fondo Peregrino y a partir de ahí nos encargamos de los cuidados del animal.

Después del tratamiento de sus lesiones y un tiempo de recuperación, se pudo liberar felizmente, esta vez en el Parque Nacional de Soberanía, en la cuenca del canal de Panamá. Tengo que agradecer a Fernando González y a Heather Neville sus recomendaciones durante la rehabilitación. Siempre están ahí cuando tengo dudas (lo cual sucede muy a menudo).

A lo largo de los meses se ha podido comprobar que LV es una magnífica cazadora. Bajo sus garras (las harpías poseen las más potentes del mundo) ya han caído perezosos, tamandúas y monos aulladores entre otros. De hecho cuando fuimos a capturarla para cambiar su transmisor, casi un año después de su liberación, pudimos encontrar un cadáver fresco de Mono Capuchino, aun caliente, con una preciosa herida punzante en la base del cráneo. LV estaba cerca. Después de unas pocas horas, una hembra juvenil de Águila Harpía de 7kg de peso, viajaba en el vehículo del Fondo Peregrino, rumbo a Ciudad de Panamá.
 
 Rigoberto Aripio buscando señales de harpías - LV lista para ser transportada hasta el vehículo

Equipada con un nuevo y reluciente transmisor satelital, LV mora de nuevo los bosques de Soberanía, muy a pesar de los coatís y perezosos de la zona, que tiemblan ante la mera presencia de esta bestia emplumada de armas afiladas que no perdonan.

La pregunta es: ¿qué puede llevar a nadie a disparar a esta auténtica belleza, en la actualidad convertida casi en el símbolo más reconocible de las selvas del neotrópico? Nuestro primer pensamiento tal vez sea: "ignorancia"

En el Fondo Peregrino también se hicieron esa pregunta. Pero la respuesta que encontraron, después de estudiar a fondo la especie y a las comunidades que conviven con ella fue: miedo y curiosidad. Ciertamente ambas respuestas están relacionadas con el desconocimiento, pero al mismo tiempo ofrecían una nueva vía para abordar el problema. Tenían que enseñar en las comunidades locales, que las águilas no son peligrosas para el hombre y que son más valiosas vivas que muertas.

Gracias a un duro trabajo de años, casos como el de LV son cada vez más escasos en Panamá. Pero si algo sabe una persona dedicada a la educación ambiental, es que su labor es interminable. Se trata de una tarea constante, muchas veces ingrata, pero que si se abandona, nos arriesgamos al retorno al miedo y a la curiosidad mal entendida. Es por ello que debemos apoyar a las organizaciones que cuentan con la educación ambiental como una de sus bazas mas importantes. Por ejemplo a ONGs como RARE, pionera en educación ambiental y con proyectos en todo el mundo.

Corremos el riesgo de perder no solo a LV, sino a su descendencia, su linaje, y a toda la estirpe de magníficas, majestuosas, asombrosas, irrepetibles... águilas harpías.

viernes, 5 de febrero de 2010

Malta y las aves...

...son una mala combinación. Probablemente todos los aficionados a las aves en Europa ya saben lo que se cuece en Malta. Desde hace tiempo es "tradición" en este país disparar a todo lo que se mueve. Si vuela, mejor. Es esta una "tradición" bien arraigada en las costumbres de Malta, y también en otros puntos de la geografía mediterránea, incluyendo España. Digo "tradición" porque esto viene pasando desde que los cazurros de turno tienen posibilidad de fácil acceso a una escopeta de perdigones, es decir, desde no hace más de 100 años, probablemente mucho menos.

Absolutamente de todo se encuentran los desafiantes ornitólogos malteses en este entorno completamente hostil (donde sufren amenazas y en ocasiones algo más...): Águilas Pescadoras, Halcones Peregrinos, Aguiluchos, Abejarucos, Vencejos, Golondrinas... Todo lo que se atreva a sobrevolar territorio maltés tiene pocas probabilidades de llegar a su destino.

Hace poco puse un enlace en Facebook de una iniciativa de Birdlife International para reclamar al primer ministro maltés que acate las directivas europeas sobre la protección a las aves. Cualquiera puede firmar esta petición para proteger a las aves que sobrevuelan Malta. De nada sirve gastar millones en programas de conservación en otros países europeos, cuando son fácilmente acribilladas en uno de sus puntos migratorios más importantes.


Si alguien quiere saber algo más sobre la historia de Malta y las aves, hay una reciente entrada en este Blog, sobre el tema. Gran parte de la información está extraída del libro "Fatal Flight: The Maltese Obsession with Killing Birds", escrito por Natalino Fenech, maltés de origen, que se sublevó ante la demencia colectiva de su país. Ofrece unas cifras realmente terroríficas.

viernes, 29 de enero de 2010

¡Nuevo Blog!

Llevo ya tiempo pensando en empezar a escribir periódicamente un blog. Con las redes sociales como herramientas y un dispositivo tan eficaz como Google Reader para mantenerse al tanto de las actualizaciones en blogs, periódicos y resto de páginas de toda temática en internet, es muy fácil que surjan temas para meditar y conversar. Un blog puede ser, creo yo, una buena manera de amplificar los contenidos que a uno le interesen.

Pero espera... ¡Yo ya tengo un blog! Un blog que se creó con la idea de mantener al tanto de mis viajes y demás sucesos intrascendentes a quien le pudiera interesar. En especial a los que en esos momentos estaban al otro lado del Océano Atlántico. Después de casi cuatro años fuera, es inevitable que se instaure cierta rutina, con lo cual hay menos cosas interesantes que contar, y la verdad, muchas veces uno no tiene ni tiempo ni ganas.

Para evitar la desidia y al mismo tiempo satisfacer ese deseo de comunicar esas cositas que van pasando o pensando, voy a mantener las entradas cortitas.... todo lo posible. Meter menos fotos, que para eso hay otros dispositivos mejores como Flickr (y además hay un enlace a la derecha de esta columna ¿Para que repetirse?). Y - he aquí el mayor desafío - ¡Escribir periódicamente todas las semanas!

De momento ya he hecho unos arreglitos. He cambiado el diseño y he añadido un subtítulo: Blog sobre Ecología y Globalización. En realidad los blogs se usan, más que nada, para pintarrajear en la red las obsesiones de cada uno. La mía son, evidentemente, las aves. Pero si se quiere hablar de aves no se puede dejar de lado ni su entorno ni su mayor problema (o sea, nosotros). En realidad he añadido estos conceptos tan amplios para hablar de lo que me de la gana. Que es de lo que trata un blog al fin y al cabo ¿no? Hablar de lo que a uno le da la gana. Pues a eso vamos...