martes, 19 de febrero de 2008

Una de Pingüinos


El 26 de diciembre se detectó una gran mancha de petroleo que afectó a la costa de Caleta Cordova, en la provincia de Chubut, Patagonia Argentina, afectando a un gran número de aves marinas. Cuando el resto del equipo de IFAW llegamos a Caleta Cordova, el día 10 de enero, ya Valeria, Rodolfo, Chema y Pappo se habían encargado de establecer el centro de rescate en una pollería abandonada a las afueras del pueblo. Era la única opción que les había dejado la administración competente, lo cual nos acarrearía muchos problemas durante el desarrollo del trabajo, principalmente por la escasez de agua. Ahí Neneco (usease: Rodolfo) se tuvo que buscar la vida para suministrar de agua a todo el centro.

La antigua pollería, nuestro hogar y el de más de 600 aves durante tres semanas

Los primeros días los empleamos en realizar la admisión a todas las aves que había en el centro, más de 600, repartidas entre Pingüinos de Magallanes (
Spheniscus magellanicus), Cormoranes Reales (Phalacrocorax albiventer), Macás (Podiceps major) y Quetros o Patosvapor (Tachyeres patachonicus). Aparte debíamos administrar fluidos y medicar a una gran cantidad de ellas. El proceso de alimentación también es laborioso, especialmente con los pingüinos, a los cuales hay que alimentar uno por uno. Para ello se emplean unas cajas de madera, se hacen pasar a los pingüinos de un corral de cuatro en cuatro por la caja, se alimentan de tal manera que nos aseguramos que todos y cada uno de ellos han comido, se hacen pasar al otro lado del corral y así sucesivamente. Suena sencillo, pero no cuando tienes 300 pingüinos que alimentar, a muchos les cuesta comer, el pescado no es de muy buena calidad y se deshace... todo ello puede hacer el proceso tremendamente difícil. Afortunadamente más de 200 voluntarios se desvivieron día a día por las aves. Siempre sorprende la cantidad de buena gente que uno se encuentra a donde quiera que va. La gente de Patagonia nos acogió como si fuéramos de la familia... que asados nos pudimos comer!!!


Una vez las aves han sido estabilizadas (¡nunca antes!) están preparadas para el proceso de lavado, aclarado y secado. Todo este proceso es muy estresante para ellas y deben estar en buena condición física para soportarlo. Muchas cosas deben ser tenidas en cuenta, corriente eléctrica para alimentar a los secadores y mantener la temperatura, pescado no muy graso para no ensuciar de nuevo el plumaje, piscinas e instalaciones donde mover a los animales una vez limpios y sobre todo agua, muchísima agua tanto para el proceso de lavado como para mantener las piscinas limpias con un flujo constante de renovación de agua...

A falta de potentes secadores usamos estas lamparas de calor que funcionaron muy bien

Los pingüinos disfrutando del baño en las piscinas

También hay que hacer alguna paradita para comer ¿no?. Aquí Neneco degustando el cordero asado al estilo patagónico junto con el personal que trabajó en las instalaciones

Liberación de 30 pingüinos de Magallanes, sin duda un momento feliz para todos los que estábamos allí

Os dejo unos cuantos enlaces de las páginas de IBRRC e IFAW sobre el trabajo que se realizó:

http://www.ibrrc.org/patagonia07_spill_response.html

http://intbirdrescue.blogspot.com/2008/01/update-patagonia-spill-response-in.html

http://intbirdrescue.blogspot.com/2008/01/argentina-12108-update-oil-spill.html

http://intbirdrescue.blogspot.com/2008/01/penguins-released-back-to-wild-in.html

http://www.ifaw.org/ifaw/general/default.aspx?oid=226228

http://www.animalrescueblog.org/south_america/index.html


Después de tres semanas en Argentina apenas me quedaba una semana para visitar algunos lugares interesantes. Ushuaia y el Calafate se quedarían pendientes para el próximo viaje :(

El principal problema en Patagonia es que hay que recorrer muchos kilómetros para ir de un punto a otro, lo que significa también mucho tiempo en el colectivo (Autobús). Las carreteras penetran en inmensas llanuras cubiertas escasamente de bajo matorral. De cuando en cuando un grupo de guanacos y en ocasiones de choiques (
Pterocnemia pennata, pequeña especie de Ñandú) rompen la monotonía de un paisaje que envuelve al observador. Aún así me dió tiempo para visitar Península Valdés (500 km al norte), Punta Tombo (casi 200 km al sur) y Puerto Deseado (vuelta de 800 km al sur).

El principal atractivo de Península Valdés son las Ballenas Francas Australes, pero la época de ballenas termina en diciembre. Aunque no había ballenas si que había muchos leones marinos, elefantes marinos y pingüinos de magallanes. En Punta Tombo los pingüinos casi se te suben encima. Es la mayor colonia continental de Pingüino de Magallanes donde se pueden concentrar alrededor de un millón de pingüinos (¡esos son mogollón de pingüinos!).

Un Zorro Colorado (Pseudalopex culpaeus) busca algo que comer cerca de las colonias de Leones Marinos

Uno de los mayores espectáculos que pude ver, las luchas encarnizadas entre machos de leones marinos



Pero sin lugar a dudas me quedo con Puerto Deseado. Esta pequeña ciudad y puerto pesquero de la provincia de Santa Cruz, que fue visitada por Darwin en el viaje del Beagle, se asienta al borde de una ría del mismo nombre y de gran importancia para la nidificación de aves marinas, entre ellas el rarísimo Cormorán Gris (Phalacrocorax gaimardi). Hice dos salidas con Darwin-Expediciones (http://www.darwin-expeditions.com/) y la verdad es que ambas merecieron mucho la pena.


En la segunda salida desembarcamos en la Isla Pingüino, donde se encuentra la única colonia de Pingüino de Penacho Amarillo (Eudyptes chrysocome) de toda la Patagonia. Un antiguo y abandonado faro y unas pocas ruinas de precarias viviendas son el único vestigio que queda de la presencia humana en esta isla. Por lo demás solo aves y leones marinos ocupan esta pequeña isla de un kilómetro cuadrado. Los Pingüinos de Magallanes abarrotan la isla, mientras, un pingüino muerto flota en la orilla, algunos jovenes petreles gigantes (Macronectes giganteus) se lo disputan. A lo lejos se puede discernir la silueta con el vuelo inconfundible de un albatros. El olor de las enormes loberas es ácido y penetra en las fosas nasales, los gruñidos y hasta el sonido que producen cuando se arrastran completan la sensación de estar viviendo un momento único. Los charranes sudamericanos (Sterna hirundinacea) pescan en los bajíos y protestan cuando son perseguidos por los págalos chilenos y subantárticos (Stercorarius chilensis y Stercorarius antarcticus). Estos, muy agresivos, hacen vuelos rasantes para intentar golpearme con el pico y proteger a los jovenes págalos que ni siquiera tienen un mes de vida.



Los petreles gigantes no querían repartirse el pingüino

Albatros Ojeroso (Diomedea melanophrys) en pleno despegue. Aquí casi lloro de la emoción :)

El plato fuerte son los pingüinos de penacho amarillo. Se muestran confiados, curiosos, probablemente muy acostumbrados al trasiego continuo de turistas (aunque en la isla solo seremos unas diez personas en ese momento) prosiguen con su rutina. Vuelven del agua, miran al sol, cantan, se saludan, se acicalan mutuamente... Estar sentado a apenas un metro de estos animales es una experiencia muy especial, embriagadora. Solo puedo decir una cosa: ¡volveré!